Ladrones

2014

 

Ladrones

por Marcelo Galindo

Ladrones Al aire libre con nuestros modelos! Al atelier con mis ayudantes! A mediados del SXVIII la pintura en plein air puso al modelo en medio de la naturaleza. Los pintores habían descubierto algo: se iban a la orilla de un río al lado de un puente, al medio del campo o a la pradera, cargaban una sombrilla, un atril y sus herramientas de pintura; cuando tenían suerte, uno o dos modelos los acompañaban para internarse en medio de una ducha de niebla, al borde de un acantilado o a plena luz del sol para formar parte del paisaje que iban a pintar. Ni condenados ni suplicantes. Ni reyes ni payasos de los reyes. Ni Cristos redentores, ni angelotes.

Los modelos y personajes del pleinairismo eran la mayoría de las veces auténticos extras a los que se les dejaba muy pocas posibilidades de repercutir simbólicamente y que no eran reconocibles más que como alguien que estaba ahí sentado en medio de ese paisaje. Dos invenciones, el óleo envasado en pomo y los atriles plegables permitieron a los artistas salir de sus atelieres. Podemos ver por algunas pinturas como “Artistas pintando en las Montañas Blancas” de Winslow Homer, de 1868 que los pintores también salían a pintar en grupos para usarse a ellos mismos como modelo, armaban una fila india bien espaciada y se retrataban entre si, (si eran 7 el primero retrataba 6, el segundo 5 y así sucesivamente.). Un ejemplo perfecto de como hacer una performance e involucrar su registro en el desarrollo de la misma. Así, el pleinairismo es un antecedente del hippismo y de la performance, de la puesta en escena como modelo y de la pintura sin boceto previo y (si es que esta dimensión existe) de pintar para uno mismo. En el desarrollo de “Ladrones” el proyecto que presenta en la sala 7 de la fábrica, Cusnir hizo una filmación con 2 actores para extraer unos cuadros fijos que después uso como referencia para hacer las pinturas que hoy vemos colgadas. Como en casi todas sus series, el conjunto de pinturas nos guía a través de una historia, a veces más clara, a veces menos clara, pero casi siempre historias llenas de datos caprichosos. Por ejemplo está vez estamos ante unos ladrones que (conscientes de que ser robado es una de las fantasías populares más deseadas y recurrentes) se toman el tiempo para hacer un buen brindis en medio del atraco. También tienen tiempo de probarse sombreros y mandar mensajitos. Otra de las particularidades de este robo que es que los ladrones se llevan no solo objetos de valor sino que se llevan absolutamente todo: sillones, sillas, cuadros, botellas semivacías, cassettes, ceniceros, libros, papeles y paraguas. Tema, narración y puesta en escena están al servicio del señalamiento del espacio. Los objetos que vemos en las pinturas saliendo uno por uno por la ventana y que finalmente nos muestran la sala (habitación) vacía vinculan el espacio representado con el espacio en que estamos presentes, precisamente en esa sala vacía. Ahí donde Cusnir hizo construir una ventana para que los ladrones entraran a robarse todo. Así, tendríamos al espacio apercibido en dos, tres y cuatro dimensiones y, en su dimensión real, imaginaria y simbólica, todo al mismo tiempo. Los performers/actores/modelos que eligió para la filmación fueron Juan Tobal (Coorganizador de Mostro y dueño del espacio de la Fábrica) y Cotelito, un reconocido pintor y actual ayudante de Ariel Cusnir. En “Artistas pintando en las Montañas Blancas” los personajes de la pintura eran simultáneamente pintores y modelos, en este caso tenemos a Cotelito alternativamente como modelo y pintor que se autorretrata para los cuadros de otro. En el plenairismo el modelo ocupaba la mayoría de las veces un lugar de extra que no era más importante que unos arbustos o la luz del sol que se proyectaba sobre unas nubes, en “Ladrones” como paradoja final tenemos a Tobal, curador y modelo, y dueño de gran parte de los objetos de la escenografía, en medio de una parábola, haciendo un boquete, entrando a robar en su propia casa.

 

Xul Solar

Sobre “Palacio continuo”

En 2010 desaparece bajo hurto la obra Palacios en Bría donada por su autor Xul Solar al Museo Emilio Pettoruti en 1932, se trata del primer caso de obra en colección pública por donación del artista en el país, en esa época Pettoruti era el director del Museo y amigo del autor. La obra sigue sin dar señales de vida hasta hoy.

El año pasado Guillermina Mongan curadora de la sala contemporánea del Pettoruti me invita a participar de un ciclo en el que propone diferentes acercamientos al acervo del Museo, en este caso de una ausencia. Tiempo antes me había tocado también la poco fortuita exposición pública por el robo de una obra mía durante una muestra llamada Ladrones. Me sentía confundido a partir de esa exposición sobre la valor de esa serie de obras, para esta segunda muestra hice un área nueva dedicada al usufructo cómplice de ciertas investigaciones de XS, la muestra concluyó en una serie de «bosetos» de varias pinturas, este óleo que funciona como ícono en fuga de la que y no está, varios documentos en forma de textos y audios sobre sus trabajos más abiertos, de fuerte espíritu no objetual.

El final de esta tarea fue en forma de panel / conversatorio, donde se charlaron distintas cuestiones y posiciones sobre Colecciones, Autoría y Archivo. Así como la apertura de un acervo digital sobre la obra no pictórica de Xul Solar.

Elegí «Palacio continuo» y una grabación documentada de ese panel como un conjunto que más allá de las implicaciones históricas tenga esa obra, lo que nos toca de cerca, los temas que pone en conflicto, y el avance sobre ese desconocimiento que intentamos, en este caso junto a un grupo de amigxs y colaboradorxs.

COLECCION AUTORIA y ARCHIVO